domingo, 18 de septiembre de 2016

Chirimena, tierra de fulía, tambor y “tarraya”

¿Qué determina que a alguien le guste o no un lugar? En mi opinión, su gente, sus historias, sus leyendas...
Henry Bonaldis, cultor del pueblo, negro de pura cepa, de risa fácil, y orgulloso de su raza y de su gentilicio, nos brindó las horas más divinas en su pueblo natal, Chirimena, donde los pelícanos vuelan en perfecta formación hacia el este, paralelos a la playa, a eso de las cuatro de la tarde.
 Cuenta la leyenda que eso indica que la faena de pesca será fructífera; si por el contrario vuelan por detrás de la montaña que bordea la orilla, ya los faenadores deben tomar sus precauciones porque la pesca no será muy buena. Henry relató que las bandadas desfilan en la mañana de este a oeste, quién sabe a dónde, y ya a eso de las 4-5 de la tarde regresan en dirección contraria, también quién sabe a dónde.
A 130 kilómetros de Caracas se encuentra esta comunidad costera ubicada en el municipio Brión, en el estado Miranda
 Como buen conocedor del terruño que lo vio nacer, Henry nos hizo una gira a pie por el casco central;
estuvimos en la iglesia Nuestra Señora de la Virgen del Valle de Chirimena, muy sencillita, por cierto, y muy pulcra.

En Chirimena no hay liceos, solo primaria en una Escuela Municipal. Para estudiar bachillerato la muchachada viaja diariamente a Higuerote.

 La Piedra de Dormir es otra de las atracciones de la localidad. Es un peñón de roca adornado con un «copetico de ramas» de lo más bucólico y de lo más curioso porque, tratándose de una base rocosa que debería ser estéril, es casi incomprensible que crezca una planta en ella. Pero así son los misterios de vida.
Cuenta la leyenda que la piedra recibe ese nombre porque había un vecino de la comunidad que se trepaba a la cima para dormir cómodamente; es decir, ese era su lecho, no tenía casa; su hogar era todo el pueblo. ¡Qué maravilla!, cuán grande ese hogar.
En Chirimena veneran a su patrona, La Cruz, desde el 1° hasta el 31 de mayo, ambas fechas inclusive. Durante ese mes los moradores adornan la Cruz con hermosas flores, hacen procesión, y tocan y bailan tambor, y toda la población colabora económicamente para la celebración de estas fiestas.
Conocimos a doña Chucha, de inmejorable amabilidad y la mejor fabricante de guarapitas, o guarapas de sabores varios: fresa, parchita, guanábana, mora y, de verdad, muy ricas y sustanciosas.
 Para finalizar Henry Bonaldis nos dijo enfáticamente que quien maneja el arte de la pesca con la «atarraya» se le conoce como «¡tarrayero!», luego de darnos una clase magistral, teoría y práctica, sobre cómo usar tan maravillosa herramienta de pesca.
Henry Bonaldis, a la derecha, en plena clase

Rayza E. González R.
www.correctordetextos2009.blogspot.com

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