domingo, 11 de septiembre de 2016

La conseja del Páez ignorante

Difícilmente se encuentra una nación con historia más rica en hechos que Venezuela. Y así lo decimos porque no se puede escribir, ni siquiera hablar de acontecimientos históricos en el continente, sin mencionar a nuestro país o a algunos de sus hijos. Bolívar, Miranda, Sucre, Bello y muchos otros fueron los grandes protagonistas. 
Pero más abundantes que la historia real venezolana son sus consejas, sobre las que estaremos escribiendo en este espacio.
Al general José Antonio Páez, aún y con la defenestración que se le ha intentado hacer en los últimos años, se le conoce como el más aguerrido de los héroes de la Independencia, pero también, como conseja, como el más iletrado. Una enorme cantidad de chistes ha circulado al respecto durante muchos años, en los que ha sido señalado en contradicción con un Bolívar cultísimo.
Nada de la ignorancia de Páez es cierta. Si bien de niño recibió una elemental enseñanza a punta de azotes de su maestra Gregoria Díaz, su natural inteligencia y curiosidad lo autoformaron. Al relacionarse con Bárbara Nieves, su compañera de vida por largos años, Páez se «culturizó», adquirió buenos modales, aprendió idiomas, llegó, si no a escribir, a dictar su biografía para la publicación de textos, tocaba el violín, cantaba y hasta actuaba en óperas en representaciones hogareñas. Y como gobernante fue quien hizo posible la creación de un país llamado Venezuela.
Entonces, ¿por qué esa imagen del Páez ignorantón?
Quizás porque el bajo pueblo se compenetró con él. Bolívar nunca tuvo ese rapport, esa identificación. El Libertador jamás proyectó una imagen de pertenecer a la masa. No podía hacerlo. Era un aristócrata de cuna y de principios, por más democrático que se vistiera. La masa lo admiraba, llegó a idolatrarlo más como a una figura lejana, como a un semidiós. Páez, en cambio, venía del pueblo mismo; era uno más de ellos, que había podido levantarse desde la nada. Y como parte de un pueblo inculto también tenía que compartir la ignorancia.
Todo lo anterior viene a colación por la conseja de la orden que dio Páez en la batalla de la Mata del Herradero, más conocida como las Queseras del Medio, en la que con 150 hombres se enfrentó a los 1.500 de la caballería del general español Pablo Morillo. Después de dar una carga hizo retroceder a sus lanceros en aparente huida para ordenar que giraran y sorprender al enemigo que estaba en su persecución. La orden que dio a viva voz fue aquella de ¡¡¡Vuelvan Caras!!! Pero muchos venezolanos piensan, dicen y han repetido incesantemente que esa es la versión edulcorada; que realmente lo que gritó fue ¡¡¡Vuelvan, carajo!!!, porque el uso de esa palabrota va más con la imagen del Páez del pueblo.
Mas no fue así. La maniobra táctica de falsa retirada para retomar el ataque por sorpresa ha sido usada por los militares desde tiempos tan remotos como los de Alejandro Magno. Por otra parte, las voces de mando tienen que ser siempre las mismas, claras e inteligibles por la tropa.
Páez, que también fue autodidacta en la guerra, ya había utilizado esa maniobra en otros encuentros de menor consideración. Órdenes como retirada, pasitrote y vuelvan caras fueron las que uso en la Queseras y las que le dieron el triunfo glorioso de esa ocasión. Pero es más popular pensar, o creer, que dijo: ¡Vuelvan, carajo! que ¡Vuelvan caras! Es más venezolano.

Como diría Óscar Yanes: «Así son las cosas»


Roberto Sánchez Hernández
Profesor e historiador
preguntamedehistoria@gmail.com

1 comentario:

  1. Excelentes estos relatos, ya que me gusta todo lo que se relaciona con esa Venezuela amable, afectuosa.

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